El Papa León XIV ha situado a la Iglesia Católica frente a lo que considera uno de los desafíos más acuciantes para la humanidad: las implicaciones éticas de la inteligencia artificial.
En su primer discurso formal ante el Colegio Cardenalicio el 10 de mayo, el recién elegido pontífice comparó explícitamente la revolución actual de la IA con la Revolución Industrial del siglo XIX. "En nuestro tiempo, la Iglesia ofrece a todos el tesoro de su doctrina social en respuesta a otra revolución industrial y a los desarrollos en el campo de la inteligencia artificial, que plantean nuevos desafíos para la defensa de la dignidad humana, la justicia y el trabajo", afirmó el Papa estadounidense de 69 años.
La elección de su nombre papal adquiere ahora un profundo simbolismo. León XIII, que lideró la Iglesia Católica de 1878 a 1903, fue autor de la innovadora encíclica Rerum Novarum ("De las cosas nuevas") en 1891, que sentó las bases de la doctrina social moderna de la Iglesia al abordar los derechos de los trabajadores durante la primera Revolución Industrial. Al invocar este legado, León XIV señala su intención de desarrollar un marco moral similar para la era de la IA.
Robert Francis Prevost, quien se convirtió en el primer papa estadounidense el 8 de mayo, aporta una perspectiva única a este reto. Antes de ser elevado a cardenal, pasó años como misionero en Perú trabajando con comunidades marginadas, lo que le proporcionó experiencia directa con la desigualdad económica. Como Prefecto del Dicasterio para los Obispos bajo el papado de Francisco, demostró su compromiso con las cuestiones de justicia social.
El enfoque del Vaticano sobre la IA no es completamente nuevo. El Papa Francisco había advertido cada vez más sobre las posibles amenazas de la IA para la humanidad, pidiendo una regulación internacional y subrayando que la tecnología poderosa corre el riesgo de reducir las relaciones humanas a algoritmos. El discurso de León XIV sugiere que continuará e incluso ampliará este enfoque.
Esta postura papal representa un avance significativo en la conversación global sobre la ética de la IA, ya que proviene de una de las instituciones no técnicas más influyentes del mundo. Con 1.400 millones de católicos en todo el planeta, la orientación moral de la Iglesia sobre la tecnología podría influir en los debates políticos más allá del ámbito religioso, y potencialmente moldear cómo las sociedades abordan la regulación y el desarrollo de la IA en los próximos años.