La inteligencia artificial está transformando rápidamente la manera en que las naciones abordan la política exterior y las relaciones diplomáticas, convirtiéndose los modelos de lenguaje de gran escala en herramientas valiosas para los asuntos internacionales.
Con financiamiento de la Oficina Principal de Inteligencia Artificial y Digital del Pentágono, instituciones de investigación como el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) están experimentando con sistemas de IA como ChatGPT y DeepSeek para abordar complejos temas de guerra y paz. Con apoyo de la Oficina Principal de Inteligencia Artificial y Digital del Pentágono, el laboratorio experimenta con IAs como ChatGPT y DeepSeek para explorar cómo podrían aplicarse en cuestiones de guerra y paz. Si bien en los últimos años las herramientas de IA han llegado a los ministerios de relaciones exteriores de todo el mundo para apoyar tareas diplomáticas rutinarias, como la redacción de discursos, ahora estos sistemas son cada vez más considerados por su potencial para ayudar en la toma de decisiones en situaciones críticas.
Investigadores están probando el potencial de la IA para redactar acuerdos de paz, prevenir guerras nucleares y monitorear el cumplimiento de los altos al fuego. El gobierno de Estados Unidos desarrolla activamente esta capacidad, con tanto los departamentos de Defensa como de Estado experimentando con sus propios sistemas de IA. El Reino Unido también trabaja en “tecnologías novedosas” para renovar las prácticas diplomáticas, incluyendo el uso de IA para planificar escenarios de negociación. Incluso investigadores en Irán exploran aplicaciones similares.
Una aplicación prometedora consiste en simular a líderes mundiales como Vladimir Putin de Rusia y Xi Jinping de China, para que los diplomáticos puedan probar respuestas ante posibles crisis. Las herramientas de IA también pueden asistir en el monitoreo de altos al fuego, el análisis de imágenes satelitales y la aplicación de sanciones. “Cosas que antes requerían equipos completos ahora pueden ser parcialmente automatizadas”, según Andrew Moore, investigador senior adjunto en el Center for a New American Security.
La visión del Departamento de Estado para la integración de la IA es ambiciosa, pero enfrenta desafíos. “En una versión del futuro del Departamento de Estado... hemos cargado cables diplomáticos y entrenado a la [IA] en tareas diplomáticas”, y la IA proporciona información útil para resolver problemas diplomáticos urgentes. El escenario alternativo “parece sacado de Idiocracy”, en referencia a la película de 2006 sobre un futuro distópico.
A pesar de las promesas tecnológicas, los expertos subrayan limitaciones importantes. Stefan Heumann, codirector de la Stiftung Neue Verantwortung, con sede en Berlín, señala que “las conexiones humanas —las relaciones personales entre líderes— pueden cambiar el curso de las negociaciones. La IA no puede replicar eso”. Además, la IA tiene dificultades para ponderar las consecuencias a largo plazo de decisiones a corto plazo.
Mientras las naciones compiten por desarrollar estas capacidades, la integración de la IA en la política exterior representa un cambio significativo en las relaciones internacionales, equilibrando la innovación tecnológica con los elementos humanos insustituibles de la diplomacia.