Un estudio innovador que utilizó inteligencia artificial para analizar escaneos cerebrales ha revelado el impacto neurológico oculto de la pandemia de COVID-19 en personas sanas.
Investigadores de la Universidad de Nottingham emplearon algoritmos avanzados de aprendizaje automático para examinar datos de imágenes cerebrales de casi 1,000 adultos del estudio UK Biobank. Al entrenar modelos de IA con más de 15,000 escaneos cerebrales previos a la pandemia, el equipo creó una sofisticada herramienta de predicción de la edad cerebral capaz de estimar cuán viejo parecía el cerebro de una persona en comparación con su edad cronológica real.
Los hallazgos, publicados en Nature Communications el 22 de julio, mostraron que las personas que vivieron durante la pandemia experimentaron un envejecimiento cerebral acelerado en promedio de 5.5 meses en comparación con quienes fueron escaneados completamente antes de la pandemia. Sorprendentemente, este efecto de envejecimiento ocurrió independientemente de si las personas se habían infectado con el virus.
"Lo que más me sorprendió fue que incluso personas que no tuvieron COVID mostraron aumentos significativos en las tasas de envejecimiento cerebral", dijo el autor principal, el Dr. Ali-Reza Mohammadi-Nejad. "Realmente muestra cuánto la experiencia misma de la pandemia, desde el aislamiento hasta la incertidumbre, pudo haber afectado la salud de nuestro cerebro".
El envejecimiento cerebral fue más pronunciado en personas mayores, hombres y personas de entornos socioeconómicamente desfavorecidos. Curiosamente, solo quienes se infectaron con COVID-19 mostraron disminuciones medibles en habilidades cognitivas como la flexibilidad mental y la velocidad de procesamiento, lo que sugiere que los cambios estructurales en el cerebro no necesariamente se traducen en un deterioro funcional.
Aunque el estudio no exploró intervenciones específicas, los investigadores sugieren que estrategias conocidas para mantener la salud cerebral—como el ejercicio físico, el sueño adecuado, una dieta saludable y la interacción social—podrían ayudar a contrarrestar el envejecimiento cerebral relacionado con la pandemia. También señalan que los cambios observados podrían ser reversibles, lo que ofrece una perspectiva alentadora para la planificación de la salud pública.
"Nuestros hallazgos resaltan la necesidad de abordar las desigualdades en salud y socioeconómicas, además de los factores de estilo de vida, para mitigar el envejecimiento cerebral acelerado", concluyeron los investigadores. "Este estudio nos recuerda que la salud cerebral se ve influida no solo por enfermedades, sino también por nuestro entorno cotidiano y las grandes disrupciones sociales".